En muchas iglesias se estila separar a los niños de sus padres en el culto para que estos estén más tranquilos. Esto es bueno quizá en determinadas edades y oportunidades, pero en el común de los casos nuestra iglesia alienta a que los niños participen del culto con sus padres.
En esta oportunidad extraemos una porción de un mensaje del pastor John Piper que explica por qué su iglesia alentó en su momento la permanencia de los niños en el culto.
El objetivo es que los niños capten la pasión por la adoración a Dios viendo a mamá y papá disfrutar de Dios semana tras semana. ¿Cuál sería el impacto si, durante doce años, los niños vieron a su padre con su cara entre las manos orando durante la antesala al culto? ¿Cuál sería el impacto si vieran a mamá y papá con un gozo radiante mientras cantan alabanzas a Dios? Solo piensa en ello. Millones y millones de niños nunca ven a sus padres cantar, y mucho menos cantar canciones con gozo a un gran Dios. A mí me parece algo muy malo cuando los padres quieren llevar a sus hijos durante los años más formativos y ponerlos con otros niños y otros adultos para dar forma a sus actitudes y comportamiento en el culto en lugar de tenerlos allí para moldearlos. ¿Por qué un padre no tendría celo por modelar para sus hijos el tremendo valor que ellos le dan a tener un gozo reverente en la presencia del Dios omnipotente?
Por supuesto, es incomprensible para ellos. Se supone que debe ser incomprensible. Son principiantes. El idioma español es incomprensible tan pronto como salen de la matriz. Pero no decimos: “Bueno, vamos a ponerlos con otros niños en sus propias situaciones y limitaciones para que puedan entender una palabra o dos”. No. Nosotros los sumergimos en el idioma español todos los días, del cual no comprenden el 90%, con la esperanza y la expectativa de que crezcan en el uso del idioma español. Mucho antes de que los niños entiendan completamente lo que está pasando en el culto y lo que se canta y lo que se dice, ellos están absorbiendo enormes cantidades de lo que es valioso.
Y esto es verdad incluso si dicen que están aburridos. La música y las palabras se vuelven familiares. El mensaje de la música comienza a ser comprensible. La forma del servicio empieza a sentirse natural. Aun cuando la mayor parte del sermón es difícil de comprender para ellos, la experiencia ha demostrado que los niños escuchan y recuerdan cosas notables. El contenido de las oraciones y los cantos y el sermón da a los padres la oportunidad sin precedentes para enseñar a sus hijos las grandes verdades de la fe. Qué oportunidad. Si tan solo los padres aprendieran a interrogar a sus hijos después del servicio y luego explicarles las cosas, esto se convertiría en algo invaluable para su crecimiento a largo plazo en el conocimiento de Dios.
Extraído de: ¿Deben los niños permanecer en el culto con los adultos?
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN DESIRING GOD. TRADUCIDO POR JENNY MIDENCE-GARCIA