«…sino siendo ejemplos de la grey.» (1 Pedro 5:3)
Cuando hacía mi carrera de química, había un profesor grandilocuente que parecía ser el experto mundial en la materia. Uno lo miraba exponer y decía dentro de sí: «Este hombre sabe del tema, ojalá todos los profesores fueran así».
Por otro lado, conocí a otro profesor de perfil más bajo, menos verborrágico, menos espectacular en sus comentarios, pero muy certero a la hora de definir determinados procesos industriales, sus peligros y la forma correcta de llevarlos a cabo. A ambos les hacía preguntas puntuales, y de los dos, el que mejor sabía responder con coherencia y de manera completa era el de perfil más bajo.
Con el tiempo supe que el profesor grandilocuente no tenía experiencia laboral y que la poca que había tenido había sido desastrosa (lo habían echado de la empresa), mientras que el profesor de perfil más bajo todavía trabajaba en fábrica, siendo la docencia una forma de compartir su experiencia de la química aplicada a la vida real.
El texto de Pedro tiene un contexto pastoral y llama a los pastores a ser aquellos que demuestran la teoría bíblica aplicada a la vida práctica. En este caso, la Biblia los llama a ser prototipos de lo que enseñan. La palabra griega utilizada para «ejemplos» respalda esa idea.
Si un pastor ha de exhortar a otros en alguna área espiritual, tiene que poder mostrar el prototipo en su propia vida. Si va a exhortar acerca de la vida familiar piadosa, tiene que tener una familia liderada bíblicamente para que sea el prototipo de la congregación. Si va a hablar de misiones, tiene que tener una iglesia donde el evangelio haya sido su gran transformador, para ponerla como ejemplo. Así podríamos multiplicar los «ejemplos», pero creo que habrás entendido el punto.
Sabemos que no se debe esperar perfección fuera del Señor Jesucristo y que no se puede exigir perfección pastoral, pero al menos debe verse en esa vida y ministerio que «prosigue a la meta» (Filipenses 3:14).
De la historia del comienzo (que fue real), ¿cuál de los dos profesores te parece que ayudó más a los estudiantes en su carrera? Ya habrás sacado tu lógica conclusión.
Los pastores deben ser aptos para enseñar la Palabra (1 Timoteo 3:2), todos conocemos ese versículo, pero también deben ser aptos para mostrar, como prototipo, lo que esa Palabra hace en su vida y tratar por todos los medios que su familia e iglesia sean un testimonio creíble del evangelio al mundo.
Pastor Alejandro Riff