preguntas dificiles

¿Estamos haciendo las preguntas difíciles? Examinando el compromiso espiritual en la iglesia

¿Cómo evaluarías tu compromiso espiritual con tu iglesia local? Tal vez pensás en la asistencia, en colaborar en alguna área, en ayudar a otros. Pero hay algo que muchas veces los miembros olvidan: hacer preguntas evangelísticas a las almas nuevas que asisten.

Cuando un miembro no está comprometido con Dios en lo personal, su compromiso con la iglesia local y su interés espiritual por los demás se debilita. Podemos sonreír y saludar a las personas nuevas, preguntarles cómo están, hablar del clima, de la familia, y nada más; no vaya a ser cosa que incomodemos al otro con el evangelio.

Las personas más egoístas del mundo son aquellas que no comparten el evangelio ni confrontan a las almas. Les privan del beneficio mayor a cambio de simpatía. Pero es ahí donde somos responsables por no advertir, como nos lo pide la Biblia:

Ezequiel 3:18: «Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y vos no lo amonestares ni le hablares, para que el impío sea amonestado de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su iniquidad, pero su sangre demandaré de tu mano».

La membresía son los anticuerpos de la congregación

Cuando hay un cuerpo extraño en el torrente sanguíneo, como un virus, los anticuerpos lo detectan y comienzan a multiplicarse con el fin de que el virus no se propague. Los miembros de una iglesia son el sistema inmunológico natural de la congregación en este mismo sentido que explico. ¿No notaste personas que asisten durante mucho tiempo a las reuniones y no muestran el más mínimo cambio? No hay arrepentimiento de sus pecados, no hay evidencia de conversión, ni tampoco se manifiesta hambre y sed de la Palabra; simplemente asisten y desean involucrarse en las actividades sociales de la iglesia.

Si la iglesia fuera un club fundado sobre bases humanas, esto no sería un problema. Podríamos tener visitantes en el club de forma indefinida. Pero la iglesia es la congregación de los santos redimidos por Cristo, y si estos no hacen preguntas evangelísticas a las almas nuevas, están incumpliendo su función como cuerpo de Cristo.

Preguntate: ¿por qué fulano o fulana sigue viniendo a las reuniones sin ningún cambio? Las hipótesis pecaminosas que pueden aparecer en nuestra mente para deslindar responsabilidad son las siguientes:

  • Está expuesto a la predicación, dejemos que esta «haga su efecto».
  • Seguramente el pastor o algún otro hermano ya habló con esa persona (no tengo que hacerlo yo).
  • Estoy demasiado joven, anciano, tímido o nuevo en la fe como para andar haciendo preguntas difíciles a otros (mejor que lo hagan los más experimentados).
  • El tiempo solucionará todo.

Cuando se piensa así, la congregación deja de cumplir su función de ser los anticuerpos naturales de la evangelización. ¿Cuál es el peligro?

Pecadores que saben esquivar flechas

Cuando pensamos que una persona sentada en la reunión principal, por asistir tanto tiempo, va a ser alcanzada por alguna flecha del evangelio proveniente del púlpito (me refiero al sermón principal), al principio puede parecer un buen pensamiento. Pero después de muchos sermones, hay pecadores que se acostumbran a esquivar las flechas. Ciertas almas, simplemente, en el momento de la Palabra, ponen su mente en blanco, piensan en otras actividades, o quizá creen que la predicación es para alguna otra persona necesitada del evangelio, pero que ellos no la necesitan, ya que —después de todo— su «boleto al cielo» ya está asegurado por el simple compromiso de asistir al culto.

Si estas personas no son confrontadas con su verdadero estado espiritual, y si la iglesia se vuelve tibia en su interés evangelístico, tarde o temprano la congregación decae. ¿Cuál es la solución?

Usá la espada del Espíritu

«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12).

Debemos acercarnos a las personas nuevas que asisten con amor, empatía, pero con la verdad. La Palabra viva es necesaria para resucitar corazones muertos. La eficacia es propia del Espíritu Santo, que hará el llamamiento interno. Como iglesia, debemos ser consistentes con el llamamiento externo a los pecadores. Pensemos esto como una evangelización puertas adentro. El fin evangelístico no es que la persona meramente asista a nuestras reuniones, sino que se convierta.

Cuando todos los miembros están comprometidos en esto, pueden pasar dos cosas:

A) La persona se convierte, porque realmente la Palabra y la exhortación no vinieron solo desde el púlpito, sino de todas direcciones: «por todos es convencido, por todos es juzgado» (1 Corintios 14:24).

B) La persona rechaza el evangelio, ya que no tiene más excusas para ocultarse y, al ser «expuesto su corazón» y quedar en evidencia que no está buscando a Cristo sino algún tipo de religiosidad, deja de asistir.

Sé que puede pasarnos por la mente que esto no es automático, y que las personas muchas veces necesitan tiempo o un proceso, y estoy de acuerdo. No estoy diciendo que esto suceda de manera inmediata, pero sí que debe hacerse. Muchas veces estamos orando por evangelizar a otros desconocidos, pero cuando alguien «a nuestro alcance» se está relacionando con nuestra congregación, no hacemos el mínimo esfuerzo por compartirle algo de la Palabra, ver qué hay en su corazón, y si allí hay una nueva criatura en Cristo.

Debemos usar tacto, ser medidos, pero también bíblicos. El equilibrio y la madurez son el reflejo de nuestra comunión con Dios. Si amamos a Dios, amaremos a nuestro prójimo. Si estamos mal con Dios, seremos indiferentes con nuestro prójimo.

En nombre de Cristo, hacé las preguntas difíciles a las personas nuevas. Esto glorifica a Dios, ya que Él envió a su Hijo por pecadores perdidos. El mismo Señor Jesús nos muestra en los evangelios que sus conversaciones estaban llenas de preguntas difíciles, porque amaba a las almas. ¡Hacelo vos también!

Pastor Alejandro Riff