Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree... (Romanos 1:16)

No asistimos a la iglesia como consumidores, sino como adoradores

Alguien pasa a hacer la lectura y se tropieza con una larga lista de nombres hebreos que no se había preparado para pronunciar. La diapositiva de PowerPoint se atasca —otra vez. Un congregante inusualmente entusiasta con voz inusualmente fuerte sostiene la última nota de cada canción más larga que todos los demás, lo suficiente para que algunas personas se rían nerviosamente, mientras que otros hacen una mueca. (…)

Lo admito: estas peculiaridades y errores humanos a veces me exasperan. “¡Estoy aquí para enfocarme en el Señor! ¡Tu torpeza me distrae de la adoración!”, murmura mi corazón fariseo. Quizás el problema real no sea la torpeza de los demás, sino nuestras expectativas de la adoración corporativa. (…)

A estas expectativas las llamo “intuiciones de consumidor”. No son necesariamente malas o equivocadas. Pero debemos tener cuidado de no dejar que estas intuiciones dicten cómo nos acercamos a la reunión de la iglesia.

Asistimos a la iglesia no principalmente como consumidores para experimentar un producto, sino como adoradores para exaltar a Dios y edificar a su pueblo.

La iglesia en Corinto estaba en riesgo de sobrevaluar la producción pulida. Su cultura aplaudía a los oradores con destreza retórica y presentación artística. Pablo adoptó un enfoque diferente: “No con palabras elocuentes, para que no se haga vana la cruz de Cristo” (1 Co. 1:17). No con “superioridad de palabra o de sabiduría” (1 Co. 2:1). Pablo rechazó la “sabiduría de esta era” centrada en el hombre, con ese enfoque superficial en la presentación externa, y en cambio anunció la “sabiduría oculta de Dios”: Cristo crucificado (1 Co. 2:6–7).

Lo que necesitamos no es una “experiencia” libre de distracciones que nos cautive, sino un encuentro con la verdad que nos transforme.

 

Estraído de Coalición por el Evangelio.
Por Matt Merker asistente pastoral en Capitol Hill Baptist Church en Washington, DC.