Al mundo actual le gustan las actividades pero no la institución; motivo por el cual cada vea viven más personas juntas sin casarse. Sin lugar a duda, las cosas se están poniendo cada vez más feas. Por otra parte, mucha gente escoge la actividad pero no la institución porque han visto que sus padres —o abuelos— siguen atados y son infelices. Se les explicó que: “Así son las cosas”. No vieron que su padre se dedicara tiernamente a su madre, ni que su madre apreciara a su padre. Solo vieron ojos mirando al vacío y labios que intercambiaban información con apatía. Esta gente solo vio señales de vida —vida vibrante— durante los ruidosos partidos de fútbol. ¡Cuán trágico e irónico! Esta tampoco es la clase de vida que nosotros queremos. Tanto las normas como las actividades han sido ordenadas por Dios: huesos y carne. Lo mismo se aplica a la iglesia local.
La membresía de la iglesia local por Jonathan Leeman
Serie 9 Marcas de una iglesia saludable.
Un asistente pasa a ser miembro de una iglesia cuando, luego de comprobar que su profesión de fe es genuina (realmente su vida fue transformada por Cristo) es bautizado y empieza a compartir la Cena del Señor. Tanto el bautismo como la Cena del Señor son las señales externas que representarían la evidencia interna de estar unidos al cuerpo de Cristo.
Es decir, la Biblia nos llama a «hacer discípulos» (Mate0 28.19) y no conformarnos con personas que simplemente asisten a una iglesia. La idea equivocada de muchas personas acerca de la iglesia es que solo la ven como un círculo social del cual se pueden beneficiar. Les gusta cantar, escuchar mensajes y beneficiarse de la compañía de otras personas, pero nunca piensan en sí mismos como discípulos y las demanda del evangelio para su vida. El Señor Jesús dijo que hay que enseñar a los discípulos que guarden todas las cosas que él ha mandado; por lo cual la categoría de simple asistente no debería ser para siempre, sino temporal, pues es lo que la Biblia pide.
No se puede obligar a una persona que sea miembro de la iglesia, pero no cabe la menor duda que bíblicamente debemos exponerle a la persona, que dice ser cristiana, todas las demandas del evangelio por el bien de su alma. Esto se logra a través de charlas personales. Aquellas personas realmente nacidas de nuevo no tendrán problema que sus vidas sean examinadas a la luz de la Biblia.
Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sus obras sean manifiestas que son hechas en Dios. (Juan 3:21).
Si una persona evita ser examinada a la luz de Biblia… prefiere mantener su espacio privado… nunca quiere comprometerse con nada… nos preguntamos:
– ¿Es una oveja del Señor que quiere ser pastoreada?
– ¿Es un discípulo que quiere seguir al maestro?
– ¿Es alguien que quiere la luz o prefiere la sombra del anonimato espiritual?
Lamentablemente hay iglesias que fomentan en las personas un tipo de «union libre» o «concubinato espiritual» y nunca enfrentan a las personas con las verdaderas demandas del evangelio, dicen: «-Mientras ocupen un asiento en la iglesia está bien«. Este tipo de posturas no tienen nada que ver con el plan de Cristo para su iglesia.
Por eso Dios llama a los cristianos verdaderos no solo a que asistan a una iglesia, sino que sean parte de la membresía de una iglesia. No que vengan a la iglesia, sino que SEAN LA IGLESIA.
Una iglesia que toma la membresía en serio es porque toma el evangelio en serio.