Muchas veces nos preguntamos cuál es la labor de un diácono en una iglesia bautista reformada según la Biblia. Dejemos que el pastor bautista del siglo XVII, Nehemías Cox, nos hable al respecto con cuatro recomendaciones fundamentales que él dirige a los diáconos.
1. Fidelidad
Se le ha encomendado a usted una responsabilidad: la de administrar la parte del presupuesto que la iglesia ha designado a beneficencia que es una partida que podemos llamar santa o consagrada; y esta es una responsabilidad grande. Efectivamente, los miembros de Cristo que sufren necesidades, que son amados por él, han sido encargados a su cuidado en cuanto a ayuda y auxilio exterior se refiere, y esta es una gran responsabilidad. Es usted en este aspecto mayordomo de la iglesia, sí, mayordomo de Cristo y se requiere del mayordomo que sea hallado fiel (1 Co. 4:2). Reflexione entonces, en el deber de su posición y cúmplalo a conciencia sabiendo que tendrá que rendirle cuentas a Cristo (2 Co. 5:10), quien lo ha designado a cumplir este servicio, sabiendo que con él no hay acepción de personas (Ro. 2:11).
2. Compasión
Su obligación y deber es aliviar las necesidades de los santos pobres, y esto nunca lo puede hacer a menos que se identifique con ellos y sus necesidades, y que con una empatía generosa se ponga en el lugar de ellos. El que da, debe hacerlo con alegría, algo que nunca hará si primero su corazón no se ha llenado de compasión. Recuerde que este oficio en la iglesia es el fruto de compasión que sentía Cristo por los pobres. Su deber es distribuir las dádivas del modo que mejor represente la compasión y ternura de Aquel a quien sirve.
3. Prudencia
Sus actos de caridad tienen que ser hechos con discreción. Así como se requiere que el diácono sea dotado en abundancia de un Espíritu bueno y benigno, para poder ser benigno y afectuosamente tierno por con sus hermanos, es también necesario que esté lleno de sabiduría, para discernir bien el caso y las circunstancias de los que habrán de recibir alivio de él. Asimismo tiene que haber equidad en su tarea evitando, por un lado, promover la ociosidad o por el otro, ser negligente ante necesidades reales; ambos son extremos que se deben evitar. De hecho existe una gran diferencia entre el temperamento de las personas que requerirá una indagación diligente de las necesidades de aquellos que las callan, y de los otros que importunan más allá de la cuenta para que los ayuden.
4. Diligencia
La tarea que le ha sido encomendada es para Cristo, y la obra del Señor tiene que realizarse sin negligencia. Su corazón tiene que estar inmerso en su tarea, y no tiene que realizarla con un espíritu indiferente, como algo de poca importancia que hará cuando le venga bien. En cambio, debe cumplirla como Ezequías cumplió la obra de Dios que le correspondía, recibiendo este elogio: “En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado” (2 Cr. 31:21). Y sepa que su trabajo para el Señor no es en vano (1 Co. 15:58), porque no hay otro servicio (excepto el que concierne directamente con la salvación del alma de los hombres) más aceptable a Cristo que el que a usted le toca hacer.
Recomendaciones a la congregación
A la congregación le digo que es su deber respetar a los diáconos, considerando provechoso y honroso su servicio en la iglesia: “Porque los que sirven bien como diáconos ganan para sí buen grado y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús” (1 Ti. 3:13 RV-SBT). Pero en especial, su deber es alentarlos en su obra dando libremente su contribución abundante a los pobres, para que de la abundancia de los que tienen mucho, siempre cuenten con lo suficiente para brindar alivio a aquellos que sufren necesidades.
NOTAS Coxe, Nehemiah. Ancianos y diáconos bíblicos. Pensacola, Florida: Chapel Library, 2017. - Citas de la Biblia cambiadas a RV-SBT.

