Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree... (Romanos 1:16)

¡La oración del pecador ha enviado a más gente al infierno que cualquier otra cosa sobre la faz de la tierra!

Quizá piensen ustedes: “¿Cómo puede decir semejante cosa?” Les respondo: Vayamos a las Escrituras y muéstrenme, ¡por favor!
Me encantaría que me mostraran dónde dice que alguien fuera evangelizado de esa manera. La Biblia no nos dice que Jesucristo vino a la nación de Israel y le anunció: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, entonces, ¿quién quiere invitarme a su corazón? Veo aquella mano que se levanta”. Eso no es lo que dice. ¡Cristo dijo: “Arrepentíos y creed el evangelio” (Mar. 1:15)!

La gente confía hoy día en el hecho de que alguna vez pronunciaron una oración, y alguien les dijo que eran salvos porque habían sido sinceros. En consecuencia, si uno les pregunta: “¿Eres salvo?” no contestan: “Sí, lo soy porque tengo los ojos puestos en Jesús y tengo evidencias poderosas que me dan la seguridad de haber nacido de nuevo”. ¡No! En cambio dicen: “Cierta vez dije una oración”. Ahora viven como demonios, ¡pero dijeron una oración!

Oí decir de un evangelista que estaba exhortando a un hombre a hacer precisamente eso. Por último, el hombre se sentía tan incómodo que el evangelista dijo: “Está bien, hagamos una cosa. Yo oraré por usted y si eso es lo que le quiere decir a Dios, apriéteme la mano. ¡He aquí el poder de Dios!” El “decisionismo”, la idolatría del “decisionismo”.

La gente cree que va camino al cielo porque han juzgado suficiente la sinceridad de su propia decisión. Cuando Pablo fue a la iglesia en Corinto, no les dijo: “A ver, ustedes no están viviendo como cristianos, así que volvamos a aquel momento en su vida cuando dijeron aquella oración y veamos si fueron sinceros”. No, dijo esto: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” (2 Cor. 13:5).

¡Quiero que sepan, amigos, que la salvación es únicamente por fe! Es gracia sobre gracia sobre gracia. Pero la evidencia de la conversión no es que meramente uno examine su sinceridad en el momento de su conversión. En cambio, es el fruto continuo en su vida.

(Paul Washer – Diez cargos contra la iglesia moderna – Cap. 5 «La invitación evangelística sin fundamento bíblico»). Puede descargar el libro completo haciendo click aquí.